La fila…
Vivencias y ocurrencias de la vida cotidiana
“No se preocupe señora. El chofer no se va a enfogonar
con todos nosotros y no nos va a dejar a pie, en plena parada”. Le dije a la
dama, luego de que me “tacleara”, como
si fuera “linebacker” de futbol americano. La mujer, entre 60 y 70 años de edad, llegó corriendo desde una distancia no muy
lejana, subió subitamente al autobús, pasándonos a todos los que de manera
paciente y ordenada, esperamos y abordábamos el transporte público, pagó la tarifa de cincuenta centavos
antes que todos y desapareció entre los usuarios.
Si usted se quiere enterar de un buen chisme, solo basta con
hacer la fila del banco, y escuchar la conversación de alguna persona que
despreocupadamente habla por su teléfono celular. Mientras esta le dice
al Mundo lo que comió, lo que le dijo
al socio de negocios, si es casado, soltero o si le es infiel a su pareja y
cuando y donde se encontrarán esa noche o semana. Obviamente, se encuentra
pendiente de todo y de todos, menos de su turno en la fila y hay que llamarlo 4
ó 5 veces para que sea atendido, además de llamarle la atención por hablar por
su aparato inalámbrico, cuando se supone que no lo haga.
La
fila es toda una pasarela del abanico o espectro de emociones y ocurrencias del
día a día. Un carnaval de peripecias que van desde el oportunismo, hasta la
necesidad mas intrínsica. Podemos encontrar al amoroso o amorosa, persona que
literalmente viola el espacio personal de uno y prácticamente le respira sobre
la nuca, en su búsqueda de adelantar, aunque sea un poquito más en la fila. Pero
inconcientemente le causa la angustia y/o la molestia a uno de enterarse de que
tiene un nuevo amante y solo basta ofrecerle si quiere utilizar un profiláctico
por aquello de no tener algún sentido de culpa, o tal vez preguntarle si desea
acompañalo o acompañarla a la casa, luego de consumar su nueva relación íntima.
Otro
personaje peculiar de la fila es el de una sola preguntita. Persona que con la
mera excusa de hacer una pregunta, llega hasta el encargado, o el “teller” en
el caso de un banco, hace su pregunta y la gestión que iba a realizar,
colándose en la cara de la otra persona que estaban atendiendo por turno,
brincando la fila entera y logrando salir antes que todos, llegando último.
Claro,
eso no es todo. ¿Quién puede olvidar la señora, que luego de hacer toda la fila
para pagar en el supermercado y le han pasado todos los artículos que va a
comprar por la máquina registradora, y luego de todo el proceso, comienza a
buscar lentamente dentro de su cartera la chequera o el monedero, el cual puede
estar en la esquina mas recóndita, de los confines del mas allá? Momento en el
que todos detrás de ella, comienzan a recordarse de la pobre parentela de la
señora, o todos los santos del cielo.
Pero
la fila expreso siempre trae grandes recuerdos. Como la persona que tiene nueve
artículos diferentes y diez del mismo, y pretende pasar esos diez como uno por
ser iguales. Cuando realmente tiene 19 artículos. Al llegar su momento de
pagar, la cajera o cajero, le dice que no lo puede atender por tener más
artículos de los que permite la fila, resultando en la indignación, casi de
acusación de insulto público. Simplemente algunas personas no pueden seguir
instrucciones.
Finalmente,
todos hemos sido buenos samaritanos en algún momento de nuestras vidas. Sin
embargo, es bastante irónico y descarado, cuando en la fila del supermercado se deja pasar a una persona porque
tiene un solo artículo en las manos. Luego de ya estar
en la fila, la persona llama a su amigo o amiga, quién tiene 7 ú 8 artículos más, y con la desfachates mas grande,
le dice, “Con permiso”, y terminan pagando hasta mas artículos que uno, que se tomó la molestia de hacer un favor. Cosas
veredez, Sancho.